SOBRE LA HISTORIA DEL LICEO DANIEL ARMAND UGON
(Tomada de "Un liceo abierto, Daniel Armand Ugón" del Prof. Omar Moreira. )
"Vida de la Institución
Distancia histórica con 1888, fecha de la fundación del Liceo. Aún no se conocía ninguna Guerra mundial. Aún no se había inaugurado la Torre Eiffel. Se abolía la esclavitud en Brasil. El Uruguay no tenía aún 700000 habitantes. Se proyectaba el Barrio Reus. En ese año se publicaron Azul de Ruben Darío, Ismael de Eduardo Acevedo Díaz, Tabaré de Juan Zorrilla de San Martín. En 1890, Enseñanza Secundaria, dependiendo de la Universidad de la República tenía 365 alumnos. Solo existían tres Facultades: Derecho, Medicina y Matemáticas.
Por unos diez años aún, los tribunales examinadores formados, entre otros, por los Doctores y Profesores Claudio Williman, Alfredo Vázquez Acevedo, Carlos Vaz Ferreira, viajaban en ferrocarril desde Montevideo a San José y desde allí en diligencia a Colonia Suiza, donde se alojaban.
La historia, más que centenaria del Liceo Daniel Armand Ugon (1888), no se explica sola. La respuesta está en la comunidad: "Tratad siempre de manteneros muy superiores intelectual y espiritualmente a quienes os rodean. Si sois iguales, seréis absorbidos; si sois inferiores seréis sus siervos" les dijo a los emigrantes valdenses al despedirlos en Marsella, el Pastor Jean Francois Gay. Estos, en nuestro país, cumplieron la recomendación al pie de la letra. Para la fundación del Liceo, en una colonia agrícola, en una casa de comercio, en un cruce de caminos, confluyeron en aquel momento histórico un haz de intereses: primero el propósito evangelizador de formar guías espirituales para las colonias por parte de los pastores Thomas Wood y Daniel Armand Ugon; segundo formar maestros para la colonia y colonias hijas, propósitos ambos importantes para una colectividad que había conocido por siglos la persecusión. La educación era la esencial inversión.
En tercer lugar, se suma la preocupación de ambos, que como hombres de progreso tenían, el interés del país que saliendo del militarismo, adviene al Uruguay moderno: necesitaba elevar la cultura general y crear profesionales y dirigentes.
Ya se estaban recibiendo los beneficios de la reforma valeriana y en el departamento de Colonia actuaba desde 1876 una figura clave para la enseñanza que fue el Inspector Francisco Morelli, hombre de confianza de José Pedro Varela. Desde 1876 a 87, eleva de 15 a 28 escuelas en el departamento y tiene el propósito de llegar rápidamente a las 40 (...) En el devenir del Liceo Daniel Armand Ugon- Liceo evangélico hasta que fue oficializado en 1926- la personalidad avasallante y de múltiples facetas de su conductor, opacó la de otros: el Dr. Oscar Griot a quien se le encomendó fundar en 1913, el Liceo de Artigas, senador y embajador posteriormente; a su hija Juana, aquella "agüita mansa", quien también fue Directora. Ésta tuvo una visión muy audaz: participó en primera línea para oficializarlo, en la idea, y luego en la construcción "de una casilla de baños en la Plaza de Deportes, local al cual concurren nuestros alumnos para realizar en ella ejercicios gimnásticos" propuso y logró la creación de la plazoleta de frente al local liceal, como espacio de estacionamiento al servicio de éste; planificó y gestionó ante particulares la vieja forestación hoy ya renovada, asimismo planificó la creación de un gimnasio que no se llegó a construir.
Parte importante del prestigio del Liceo derivaba de su preopcupación por el alumno, por su desarrollo, por su mañana.
Ella escribe en 1929: "Hogar de EStudiantes. Muchos alumnos de nuestro Liceo pertenecientes a familias residentes en localidades rurales, se establecen en Colonia Valdense para asistir a clases del Liceo. SE ha buscado siempre que estos estudiantes estén en un medio favorable que pudiera completar la instrucción que el Liceo les imparte. Este es un problema interesante por el que se han preocupado los dirigentes de nuestro Liceo, desde que existe.
De conversaciones habidas entre mi padre y el señor Carlos Ewald, Secretario Continental de las Asociaciones Cristianas de Jóvenes, se planeó la instalación de una casa-hogar para estudiantes. Colaboré en esta obra, suministrando datos e informes necesarios para el señor Ewald, que piensa obtener en Estados Unidos de Norte América los fondos necesarios para la construcción del edificio requerido, de acuerdo con planos estudiados por arquitectos uruguayos.
Esta obra, absolutamente laica, si llega a realizarse en la forma planeada, llenará una sentida necesidad en Colonia Valdense, contribuyendo al desarrollo de la educación integral de nuestros estudiantes, que podrán afirmar en ellos los perfiles de una verdadera personalidad. "
Aún hoy, no se puede dejar de suscribir y destacar una exposición como la suya. Otro aspecto distinguido de la personalidad de Juana Armand Ugon: intervino en la fundación del Club Atlético Valdense, trasladando colores y organización del fútbol- que también nació en el Liceo como tantas cosas- del Equipo de Estudiantes. Fue Presidenta del Club mencionado, convirtiéndose seguramente en el único caso en el país de tal matriarcado.
La afirmación del Liceo se acentuó por esos años en la zona, al verse beneficiado por su ubicación, con el tendido de la hoy Ruta 1. Ésta por su magnitud, primera como tal en el territorio nacional, repercutió en todo el Suroeste del país.
El Liceo presentaba en 1985 una situación delicada: tenía carencias e irracionalidades edilicias; un Segundo Ciclo debilitado, amenazado, hecho grave ya que a partir de 1950 éste le había dado al Liceo, de nuevo, el carácter zonal como institución educativa. Aislado de su comunidad, su memoria se iba empobreciendo, porque no se acudía a ella, no se trabajaba con su pasado, y éste, por tanto, incidía muy débilmente en su presente.
El Liceo Daniel Armand Ugon, hasta el inicio de la Transición a la Democracia, vivía en un gueto contra la voluntad de la población.
Recuerdo haber escuchado a Carlos Real de Azúa,- ya destituido y muy sereno, como lo vi poco tiempo antes de su muerte- que un error económico se visualiza al otro día, mientras que una equivocación educativa requiere años para objetivarse y décadas para corregirse. Hoy vemos que las secuelas educativas y sociales se prolongan más allá de lo imaginado.
¿El liceo era una comunidad educativa? No, parecía más bien un lugar donde simplemente se daban clases. Tal mi impresión. “Siempre que en un determinado espacio geográfico, los individuos se conocen, poseen intereses comunes, analizan juntos los problemas y ponen en común sus recursos para resolverlos, podemos afirmar, seguramente que ahí existe una comunidad” (Graciela Frigerio, Cara y Ceca. La dimensión comunitaria, pág.97)
En consecuencia, mi deber era recrear la comunidad educativa. Me adelanto a decir que comunidad no quiere decir monolitismo, en cuanto a opinión; es deseable que exista tensión interna, para no caer en la indiferencia o sumisión.
Veamos algunas de las carencias del liceo en ese momento: el predio no tenía marcados los límites con dos calles.
Un vecino, de noche y los fines de semana, pastoreaba allí sus animales; los transeúntes pasaban de una calle a la otra por una senda a través del terreno liceal. Restablecer el cerco era importante aunque no me diera cuenta el por qué. Si bien era crear una simple línea viva, perimetral, posteriormente pude comprender que tenía una razón simbólica al afirmar la presencia de la institución.
Por otra parte, en el centro quedaba en pie un tramo del viejo cerco, testimonio de su falta de modelo, que no dejaba ver el resto del espacio liceal, a pesar de la “ventana” para integrar el paisaje de la colonia abierta por Juan Luis Perrou, en tanto fue Director. Una lectura de aquel rompecabezas fuera de toda lógica, nos decía que el Liceo se negaba a crecer, no asumía el desarrollarse, el cerco interpuesto lo mantenía empequeñecido – el reduccionismo es una de las tentaciones de épocas de crisis- como si temiera al espacio vacío. Incluso se había pensado, en el pasado reciente, techar el patio del viejo edificio, disponiendo, no obstante, de un gran predio.
El Liceo no había sido pensado en su totalidad, ni como espacio, ni como institución.
Una mañana fría de fines de invierno, en ese 1985 visitó el Liceo la Directora General, María Esther Cantonnet. Luego de recordar con ella tiempos del I.P.A., y aficiones literarias, pasamos a los temas específicos:
- ¿Cómo te sientes?
- Con aprietos pero muy bien
Recorrimos el Liceo en tanto le informaba de los mayores problemas que se me presentaban. Cuando vio aquel cerco absurdo, me recomendó:
- Tienes que cortarlo para darle unidad espacial al Liceo.
- Estoy de acuerdo. Pero después que plantemos un nuevo en el límite. Lo haremos muy pronto con los alumnos de Agronomía. Ya verás.
Fue quizás la primera idea que trabajamos y ejecutamos, en forma conjunta con los estudiantes. El cerco se cortó a los tres años, luego que había crecido el actual y fundamentalmente, después de edificado un bloque muy importante con el Salón Multiuso, la Cantina y la Sala de Audiovisuales. Cortarlo significaba correr un telón y dejar descubrir el nuevo escenario. De golpe, una tarde, apareció una nueva escala para darle profundidad visual, concretándose la unidad espacial que pedía María Esther. A su tiempo me planteé,- confuso primero, posteriormente un poco más lúcido- el tema de las vallas invisibles que tenía el Liceo
¿Qué impresión provocaba, qué sentimiento despertaba la institución, en los distintos niveles del entorno? De lo acertado del análisis dependían los ajustes que debíamos hacer. (…)
Ya se adelantaban (…) las más visibles NECESIDADES y PRIMEROS PROYECTOS FRUTOS DEL DIÁLOGO CON MIEMBROS DE DENTRO Y FUERA DEL LICEO. (la mayúscula es nuestra, porque justamente empezamos esta gestión preguntando a todos cuáles creían que eran las necesidades de los estudiantes del Liceo)
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Mejorar en el sentido más amplio la prestación educativa
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Crear una estrategia para una nueva reintegración interna en torno a renovados objetivos
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Reedificar un espacio físico acorde a un centro de enseñanza, destacable como punto de referencia en la ciudad,- importa mucho más de lo que parece a simple vista- a partir del concepto de un liceo abierto.
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Estudiar detenidamente la comunidad en la que estaba inserto el Liceo para abrir y restablecer vínculos cada vez más profundos.
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Al fin: recrear un Liceo actualizado y abierto al futuro”
Omar Moreira, Un liceo abierto, 1997
Links de interés sobre Omar Moreira
https://nicobatlle.wordpress.com/personajes/omar-moreira/
https://www.lr21.com.uy/cultura/388096-omar-moreira-a-la-academia-nacional-de-letras
https://www.portaluruguaycultural.gub.uy/2009/12/omar-moreira/
Sin lugar a dudas, este libro de Omar- como se lo dije hace poco por mail - debería usarse en todos los cursos de Dirección del Consejo de Educación Secundaria, porque indica, sin dogmatismos, un camino a seguir, porque provoca la reflexión sobre la gestión a lo largo del tiempo y en cualquier espacio institucional. Este quiere ser un pequeño homenaje- totalmente insuficiente- a este gran hombre, con cualidades de visionario.